Cap.
9
Hacía mucho tiempo que no hablaba de este amor que
supo ser tapa de revistas… en su mayoría relacionadas a la investigación
veterinaria y vacunas contra la rabia.
Evelyn es sol, dijo una vez Fito Páez. Pero yo sé
que se equivocó… Ella es tan fría y lejana como la luna. Nunca terminó de
entender nuestro amor, mi necesidad de estar a su lado a pesar del pelaje que
nos separaba (oscuro y enrulado en mi espalda, bicolor y lacio en su lomo).
Siempre sintió que lo mio era un capricho, a pesar de contestarle que no, no y
no.
Hace un mes que nos separamos. No hablamos, no
salimos a recorrer los callejones, ni siquiera nos comunicamos moviendo la
cola.
La extraño muchísimo… Lloro al poner un CD de Rata
Blanca, al ver los goles del Ratón Zarate, al leer las historietas de Súper
Ratón, al pasar por el cine cuando dan Ratatouille, o al escuchar el
repiquetear de los tambores: ratatata, ratatata… Pero sé que es lo mejor. Su
familia nunca hubiera aceptado a un bípedo, en todos los sentidos posibles.
Jamás la voy a olvidar, primero porque tengo una
gigantografía pegada en el techo con la última foto que nos sacamos. Y segundo
porque el amor es más fuerte que cualquier reja de ventana, alcancía reforzada,
crítica despiadada y suegras que se llamen Juana.
Espero la próxima poder seguir contándoles sobre
este romance entre dos seres de distinta especie. Espero que sus corazones se
unan al mío y juntos logremos latir en el universo. Y, en especial, espero que
ningún Speedy Gonzales me afane la rata…
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