miércoles, 9 de mayo de 2012

Frío Seco


Frío seco, transpiración, ahogo corporal, la piernas tiemblan, el resto del cuerpo liviano, la sangre se va a los pies, cabeza aturdida, desesperación, necesidad, miedo. Me siento sólo, apunto de perder algo que me importe, ganas de resolverlo, sin nada para hacer, salvo incrementar el miedo de la cabeza, del cuerpo, angustia, más transpiración, frenado. El miedo queda latente, calentando la piel como el hielo seco, pensando siempre lo peor, con miedo por mi hijo.
Esperar que la angustia cese y me vuelva a sentir normal.
¿Qué pasará?, acaso puedo saberlo. ¿Se transformarán mis miedos en realidad? No lo sé, nadie puede saberlo. Si siempre pienso lo peor, el día que pase voy a ratificar mis sensaciones, ¿pero todos los demás días en los que estuve equivocado? Hay algo que no cierra, esto no es una regla, no es algo mágico. A todos nos puede pasar todo, en cualquier momento. ¿Sirve controlar que este todo bien? Primero, eso es imposible, y después, cuanto se pierde por estar revisando algo una y otra vez, cuanto dejas de hacer, cuanto conviene encerrarte en un miedo que ahoga.
Miedo es la palabra, no temor, miedo, que entra por la garganta y va quemando el cuerpo a medida que baja, para quedarse en los pies y dejarte sin aliento, sin ganas.
El miedo es parte de mí, no yo de él, no puedo volver atrás, tengo que confiar, esperar que baje y seguir, esperar que baje y seguir.

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