martes, 17 de julio de 2012

Perfume de Rata

Esta historia comenzó con un hecho verídico (y con un julepe bárbaro) en plena esquina del centro porteño. A partir de ese disparador, fui delirando de amor por esta historia pasional entre dos seres de mundos diferentes. Un hombre, una rata, un relato de encuentros que empezó en Facebook y reunió sus capítulos para este blog.
El inicio, el final o el mientras tanto...

Cap. 1
Recién se me cruzó una rata marrón y kilométrica, que terminó debajo de un kiosco de revistas.
¡Me cagué en las patas! (creo que antes de esconderse me miró con cara de "que bolas tristes").
Cap. 2
¡Esto ya es acoso! Se me cruzó la misma rata y esta vez se paró en dos patas para mirarme. Para la próxima me prometió una foto y una enseñanza de vida. El tema es que antes de irse me guiño un ojo, tengo miedo de decirle que soy casado.
Cap. 3
Ayer nos encontramos con la rata, al lado del kiosco de revistas, y decidimos hacer una foto (artística) para que ustedes la conozcan. Después, con la dulzura que la caracteriza, me dio un consejo de vida:

 "Si ves una mujer gorda, con alas en la espalda y varita mágica, corre. En dos segundos te puede convertir en caballo y vas a terminar tirando de una carroza".

 PD: quedamos en desayunar juntos la semana que viene. ¿Existe la amistad entre el hombre y la rata?

Cap. 4
El ventrílocuo que todos llevamos adentro, me preguntó: ¿Entonces, la rata?
La rata me invitó a desayunar hoy a la mañana... Se levantó temprano, preparó la mesa (con unos panfletos de partidos políticos que sacó de la basura) y cocinó un revuelto gramajo a base de adoquines, alquitrán y arrolladitos primavera del restorán chino de la otra cuadra. Cuando salí del subte, la vi esperándome con un ramo de escarbadientes en la mano. Imposible negarme (además, tenía hambre).

 Desayunamos, charlamos un rato, me contó sobre sus ganas de trabajar como oficial de tránsito y el sueño de formar una familia. Ahí miré el reloj y decidí que era hora de irme.

Si bien algo hay entre nosotros, todo es muy repentino y no estoy en condiciones físicas de mantener dos casas...
Cap. 5
Evelyn, la rata, volvió a buscarme ayer por la tarde en la esquina donde nos conocimos. Hacía casi una semana que no nos veíamos (aunque el domingo, tomando un vermouth, había pensado en ella).
-Tan solo quiero mostrarte un libro que estoy leyendo -me dijo, recordando que soy un intento de escritor.

 -Espero que no haya sido "El gato con botas" -respondí con mi clásico humor escapista.
 -"El flautista de Hamelin" -me contestó, mientras me mostraba una vieja encuadernación un poco roída. -Desde que te conozco, estoy perdida en tus ojos. Tanto que te seguiría hasta el mar o el riachuelo, lo que quede más cerca.

 Tragué saliva, moví la cabeza respondiendo que si (aunque no hubiera ninguna pregunta) y le besé una de sus patas como si fuera uno de los Mosqueteros...
 ¿Qué tipo de amor será? ¿Cuánto queso habrá entre nosotros?

Cap. 6
Corrimos por av. Corrientes como si fuera una pradera, como si estuviéramos solos. Los autos eran olas en aquel mar gris, las personas apenas escollos, ramas sueltas que arrastraba el viento. Nosotros nos íbamos pasando uno al otro, al mismo tiempo que una cámara lenta se mezclaba con una melodía romántica. Un perfume dulce crecía alrededor. La locura, la felicidad era tan grande que en un momento cerré los ojos... hasta que escuché un chillido. La cola de Evelyn, la rata, estaba debajo de mi pie y ella me miraba con odio. Ya no éramos los mismos.
Esa tarde la terminamos en una veterinaria.


Cap. 7
Dejé pasar un tiempo... No quería complicar las cosas, la última vez volví con olor a rata húmeda y en casa empezaron a dudar de mis salidas al parque "para correr".
Esa noche llovía y el viento movía los árboles como intentando sacarle los pajaritos de la cabeza. Pensé en Evelyn y el recuerdo de sus pequeños dientes me corroía el alma. Corrí a buscarla a su nuevo madrigal, ubicado entre un puesto de flores y la quesería del barrio. La llamé a gritos y ella, temerosa de salir, me miraba desde su agujero. Así, a la distancia, le dije que la amaba entre gotas y lágrimas.

Evelyn salió corriendo, las pequeñas patitas resbalaron y terminó pegando contra el estómago de un gato callejero. Estuvimos a un zarpazo de perderlo todo...
La extraño. ¡Hoy creo que comienzo mis clases de cocina isleña y sartenéo (guiño, guiño)!
Esto ya es acoso! Se me cruzó la misma rata y esta vez se paró en dos patas para mirarme. Para la próxima me prometió una foto y una enseñanza de vida. El tema es que antes de irse me guiño un ojo, tengo miedo de decirle que soy casado.cién se me cruzó una rata marrón y kilométrica, que terminó debajo de un kiosco de revistas.
Me cagué en las patas! (creo que antes de esconderse me miró con cara de "que bolas tristes")Recién se me cruzó una rata marrón y kilométrica, que terminó debajo de un kiosco de revistas.
Me cagué en las patas! (creo que antes de esconderse me miró con cara de "que bolas tristes")Recién se me cruzó una rata marrón y kilométrica, que terminó debajo de un kiosco de revistas.
Me cagué en las patas! (creo que antes de esconderse me miró con cara de "que bolas tristes")Recién se me cruzó una rata marrón y kilométrica, que terminó debajo de un kiosco de revistas.
Me cagué en las patas! (creo que antes de esconderse me miró con cara de "que bolas tristes")

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