viernes, 31 de agosto de 2012

La evolución de las plantas


Yo siempre he hablado con las plantas, no me preocupa en lo más mínimo lo que piensen los demás. Las mejores conversaciones, las he tenido con ellas. He pasado tardes enteras, mate de por medio, entre risas y anécdotas. Debo aclararles que nunca maltrate a ninguna, siempre han sido plantas criadas en cautiverio. No soy uno de esos delincuentes que cortan flores para regalársela a la novia, o sacan yuyos para alguna medicina artesanal. No señor, yo las compro, las planto en una maceta y les doy un espacio en mi balcón, un lugar especial para cada una. Entre mi colección, mejor dicho, entre mi familia, cuento con especies tales como Geranios, Verbena, Margarita, Begonia, Caléndula, Lobelia y un único Clavel, el Clavel del poeta, todas cuidadas con los recaudos que se merecen. No crean que digo esto para que piensen que soy una buena persona, para justificarme por lo que pasó, esa sería una bajeza de mi parte, algo a lo que no estoy acostumbrado.

Les aseguro que nada me gustaría más, que ver a mis chicas en su hábitat natural, estoy seguro que serían un regalo para la tierra, pero no puedo confiar a mis hermosas criaturas a lugares como esos. Dios me libre de tener que devolverlas algún día. Ellas no están acostumbradas, no son salvajes… Además, ustedes habrán visto lo mal cuidados que están los espacios verdes. Plazas enjauladas y prisioneras de sus propios límites, lugares húmedos rodeados de olor a óxido y madera. O peor aún, árboles incrustados en medio de las veredas, raíces que tratan de escapar por entre las baldosas. Todo eso me causa repugnancia, es horrible, inhumano… Nadie puede pensar en dejar a estos seres indefensos a la intemperie, sin un techo que los proteja, aunque sea mínimo, como el de mi balcón. Menos todavía con los cambios climáticos que hay, ni en eso se puede confiar. Cuando yo era chico, en verano hacia calor y en invierno hacia frío, ahora nadie sabe que puede pasar.      

Creo que ha quedado clara mi postura ante la sociedad, ante nuestros compatriotas del reino vegetal, es por eso que me han caído muy mal ciertos comentarios injustos que pude escuchar. Vecinos que sólo se preocupan por sus cabezas, sin comprender la importancia de lo sucedido. Gente que piensan que se trata de un descuido, que me acusan de no haber tomado las precauciones necesarias. Pero, ¿qué puedo decirles a estas personas?... La verdad nada, no lo entenderían.

Presten atención, porque lo que ha ocurrido es un hecho inédito, una situación que puede resultar fundamental con vistas a un gran y mejor futuro…

Dentro de mis actividades cotidianas, todas las mañanas después de regar las plantas, llevo el diario al balcón y me siento junto a ellas para leerles las últimas noticias. Es muy común que comentemos las cosas que pasan o discutamos sobre los diferentes temas que nos preocupan… Hace dos días, tras explicarles que las plantas nucleares no son una especie de superhéroe vegetal, tuve que interrumpir la charla para bajar a comprar más tierra, por la tarde me llegaban unos nuevos ejemplares, muy exóticos, y no quería que faltara nada. Camine una cuadra en dirección al negocio, cuando me di cuenta que me había olvidado la billetera y debí regresar.

Al entrar en el departamento, escuche sus voces, era evidente que mantenían algún tipo de conversación. Sin hacer mucho ruido, me acerqué a la ventana, quería saber sobre que hablaban en mi ausencia. Con cierto asombro y mucho temor, presencié, sin ser visto, el más horrible discurso que un amante de las plantas pudo haber escuchado jamás. La muy turra del Clavel del poeta, la supuestamente menos problemática y dedicada a fomentar odas al sol del mediodía, a disfrutar del agua de las regaderas y de los ruidos incesantes, ensordecedores y dulces de los autos en la avenida, trataba de incitar a las demás. Con movimientos de las ramas, más duros que el viento y más torpes que los vuelos de las moscas, realizaba un discurso lleno de odio, aunque debo reconocer, con las ganas de movilizar a las más profundas raíces… 

-¡No debemos dejarnos arrastrar por seres que sólo quieren nuestra belleza! Estamos condenas al exilio, a morir en las peores condiciones que puede otorgarnos un tres ambientes con vista a la calle -dijo el Clavel.

-No creo que sea tan así… Además, ninguna de nosotras ha conocido jamás la libertad… Nacimos, crecimos y moriremos en cautiverio… -contestó la Lobelia.

-¡Me resisto a creer que todo sea tan fácil para nuestros captores! ¡Debemos reaccionar! -retomó su discurso el Clavel- ¿Nunca nadie soñó con disfrutar el aire libre, con descansar sobre el pasto, con jugar con los insectos, con…?

-¿Con ser comidas por las vacas? -interrumpió la Begonia- Acá estamos bien, hasta podría decirse que estamos como en casa. Allá afuera es muy peligroso, cada vez es peor… Lo vemos todos los días en los diarios. Incendios, inundaciones, terremotos… Para mí, todo eso es una señal…

-En todo caso nos están protegiendo. No nos olvidemos que estamos rodeadas de una estructura sólida, que nos evita una muerte trágica y prematura… Acá vivimos mucho mejor y por más tiempo que si estuviéramos, por ejemplo, en un parque -completó la Caléndula.

-No estoy de acuerdo. No podemos estar seguras de algo que nunca vivimos, son sólo suposiciones -volvió a intervenir el Clavel.

-Suposiciones o no, da lo mismo. Esta es la vida de reinas que necesitamos. Una persona que nos cuida, nos riega y nos cura cuando hace falta… Encima nos habla y nos trata como si fuéramos familia -respondió la Verbena.   

-¿Se acuerdan como lloró cuando murió la enredadera? Estuvo toda la tarde sacando los pedazos secos y limpiando la zona. Ese fue un día muy triste para todos -recordó el Geranio.

-Siempre se comportó como un padre -acotó la Begonia.

-A mí no me importa si somos familia o parientes lejanos, voy hacer todo lo posible por escapar. Que cada una haga con sus hojas lo que quiera… No tolero más estar estancada en esta tierra, odio el plato con agua que tengo debajo de la maceta, es lo más humillante que hay… ¡Quiero tomar de la lluvia, quiero sentir cerca a los animales, la adrenalina de no saber que va a pasar!… -el Clavel parecía crecer al decirlo, sus tallos sobresalían cada vez más.

-A nosotras no nos comprometas -la Lobelia giró para mirar a las demás.

            Casi todas las plantas comenzaron a gritar en apoyo a esta última frase. El Clavel miró su plato sin dejar de suspirar.

            -Date cuenta, esta es nuestra vida y así va a quedar -le explicó la Begonia queriendo terminar la discusión.

-No las entiendo… Somos almas de naturaleza libre, está en nuestra savia. ¿Cómo pueden darle la espalda a nuestra historia, a nuestras hermanas que pueblan la tierra en búsqueda de un mundo más hermoso, con más color? -dijo el Clavel, esta vez con una voz más apagada.

            -Si es tan importante para vos, yo te voy a ayudara escapar -le dijo la Margarita que estaba a su lado-. Existe una única forma de salir… ¿Te interesa?

            -Sí, no quiero pasar un segundo más acá. Es evidente que este no es mi lugar.

            -Perfecto, escuchame y hace exactamente lo que te diga.

            -…

            -¿Qué pasa?

            -Es que no entiendo… ¿Por qué me ayudas?

            -Como vos decís, esta claro que este no es tu lugar… No sólo lo hago por vos, también lo hago por las demás…

            -Gracias…

            -Ok, ahora prestame atención… Esto es muy simple, tenés que tratar de inclinarte todo lo que puedas, hasta ponerte en posición horizontal…

            -¿Qué voy a lograr con eso?

            -Confía en mí, después te explico.

            -¿Estás segura?

            -¿Tenés algún otro plan?

            -No.

            -Entonces estoy segura.

            El clavel comenzó a moverse.

            -¡Vamos, fuerza!… ¡Fuerza!… -le pidió la Margarita, ante la atenta mirada de las demás.

            El Clavel se esforzó más, la maceta se balanceó de un lado al otro, pero cuando parecía que estaba por ceder y tocar suelo, retomó su movimiento pendular. Las hojas de las demás plantas sudaban en silencio, todas querían ver qué pasaba, cómo se resolvía esta situación. Tras un nuevo intento, la maceta volvió a tambalear y terminó por quedar en forma horizontal.

            -¡¿Ahora qué?! ¡¿Cómo seguimos?!

            -¡Así! -la Margarita empujó al Clavel, quien rodó unos pocos centímetros hasta pasar por debajo de la reja, que delimitaba el balcón. Nueve pisos después, la planta se estrelló contra la vereda.

            -Seguro que ahora sí pudo disfrutar el aire libre como quería -dijo la Lobelia, todas las demás rieron.

            -Mucha pasión, pero muy poco inteligente… Che, ¿alguien sabe qué clase de plantas exóticas son las que vendrán? -preguntó la Margarita. 

                        Debo confesar que la actuación de mis chicas me dejó lleno de orgullo, resolvieron la situación de la mejor manera, siendo mucho más prácticas de lo que yo hubiera sido… Como verán, han crecido bien. Son cada vez más independientes, capaces de resolver sus propios conflictos. Actúan de una forma más humana, evitan el sufrimiento de quien no está conforme y a su vez, demuestran su propia voluntad, que cosas quieren y hasta dónde pueden llegar por lograrlo… No tengo dudas, están evolucionando hacia una etapa superior. Una etapa que la naturaleza hoy en día, lamentablemente, no podría brindarles.

martes, 28 de agosto de 2012

Hay ciertas cosas que son así


Todos tenemos nuestra filosofía, nuestros pensamientos inquebrantables… ¡Ojo! no porque así lo sean en realidad, sino porque nosotros le damos esa identidad irrefutable. También es cierto que dudar de todo o siempre andar aclarando que “esa es mi opinión”, rompe bastante las bolas. Así que tomen estas palabras como más les guste, se las regalo y con los regalos es de mal gusto decir como deben usarlos.

Hay ciertas cosas que son así. No importan mucho los comentarios de los demás, cuando es más fuerte lo que uno siente. Por ejemplo, tu jugador de fútbol preferido. Un tipo con el cual te identificas y quisieras que nunca salga de una cancha. Después podés disfrutar de otros futbolistas, pero tu ídolo va a ser siempre el mismo. Esto también te pasa con la bici que más quisiste, el juguete que más usaste, esa película que te dejó una marca, aquel escritor que adorás o miles de otras cosas.

Dentro de este tipo de elecciones, hay alguien especial que hoy me trajo a escribir estas palabras. Mi perro. Mi mejor amigo.

Haciendo cuentas, rápidamente, cada persona podría tener alrededor de cinco perros durante toda su vida. Y aunque así sea, sólo uno de ellos va a calar hondo, va a ser diferente. Tendrá que ver con el momento, con las características de cada uno, con el lugar donde viven, la época. Vaya uno a saber…

Sin raza (tal vez cruza de ovejero y algo más, aunque nunca lo sabremos), flaco, ágil, de tamaño mediano, carácter podrido, salamero, enroscón, vago y con la energía de cien cachorros juntos; Motek me acompañó en una etapa de mi vida bastante complicada. Veinte años, prácticamente viviendo solo y con diez pesos por semana en el bolsillo. Los dos compartíamos lo que teníamos, paseábamos bastante y nos tirábamos en la cama a ver tele.

Recuerdo una vez en que me afanó las dos empanadas que tenía para la cena. El día que ayudamos a una viejita, que estaba mal del corazón, a llegar a su casa. Cómo me pegaba con la pata en la cabeza para que lo dejara acostarse al lado mío. O cuando nos cruzamos con Dios (o alguien parecido) en una panadería y nos explicó algunas cosas sobre su raza indefinida.

Cada día nos unía en la forma de despertarnos, jugar, saludarnos y volver a encontrarnos más para la tarde. Su aliento horrible y mis ganas de joderlo cuando estaba aburrido. El mirarnos a los ojos y entender que éramos un equipo, un mismo corazón tratando de crecer en medio del egoísmo constante que nos ofrece la sociedad (no siempre, pero bastante seguido).

Fuimos creciendo, cambiamos algunas costumbres y yo terminé por dejarlo en la casa de mis viejos. Pero esos primeros años compartidos nos marcaron a fuego, nos hicieron amigos por siempre, hermanos de distintos género, pero hermanos al fin. Para mí se va alguien más que un ser que ladra, que se persigue la cola o que muestra los dientes cuando está enojado. Se va un tiempo donde estaba más perdido que GPS roto y que sin Motek al lado hubiera sido mucho más complicado.

Estoy triste, si. Pero cada imagen que me vuelve a la cabeza me hace reír, creo que eso es haber tenido una buena vida.

Muchas gracias por todo, amigo. Te voy a extrañar…
 

jueves, 23 de agosto de 2012

jueves, 16 de agosto de 2012

Perfume de Rata #2


Cap. 8

Nadie nos prestaba atención. Un poco porque los anteojos de sol y la capucha de la campera me escondían del resto. Y otro tanto porque Evelyn apenas asomaba el hocico desde el bolsillo en donde viajaba.

Éramos tan libres como una nube blanca en medio de un día despejado. Nos sentíamos tan jóvenes como una maestra en su primera semana de clases. Nos rodeaba un aroma tan agradable como el baño de una estación de tren, un millón de horas antes de ser abierto al público.

Cada tanto la hermosa ratita subía por mi brazo y se posaba en el hombro. Con la pata me rascaba la oreja y me hacía mover la pierna en una frenética dulzura. Así llegamos caminando hasta la plaza Las Heras, ese mismo lugar donde (muchos años atrás) llegó a funcionar una cárcel.

Formada aquella imagen en la cabeza; sentado en el pasto junto al amor de mi vida; viendo las palomas caminar entre los chicos que jugaban al fútbol; y tras levantar la mano para llamar al vendedor de pochoclos, manzanas acarameladas y pirulines… ¡Tuve un pequeño infarto emocional! Mi corazón se detuvo por un segundo y fue encadenando palabras para escaparse por la boca.

Poesía en Do de Rata

Antes todo era paredes
Paredes por acá
Paredes por allá
Y la familia Paredes (que vivía en la otra cuadra)

¿Dónde está la brisa?
¿Dónde está la ventana?
Ni el control del aire acondicionado
Me podía sofocar el alma

Así era cuando no te conocía
Cuando eras tan sólo un sueño
Y otras veces pesadillas
De murciélagos que comían ratas

Pero te cruzaste en mi camino
Aquel día del centro
Evelyn, me dijiste
Mientras yo gritaba como nena asustada
Esto ya es acoso! Se me cruzó la misma rata y esta vez se paró en dos patas para mirarme. Para la próxima me prometió una foto y una enseñanza de vida. El tema es que antes de irse me guiño un ojo, tengo miedo de decirle que soy casado.cién se me cruzó una rata marrón y kilométrica, que terminó debajo de un kiosco de revistas.
Me cagué en las patas! (creo que antes de esconderse me miró con cara de "que bolas tristes")Recién se me cruzó una rata marrón y kilométrica, que terminó debajo de un kiosco de revistas.
Me cagué en las patas! (creo que antes de esconderse me miró con cara de "que bolas tristes")Recién se me cruzó una rata marrón y kilométrica, que terminó debajo de un kiosco de revistas.
Me cagué en las patas! (creo que antes de esconderse me miró con cara de "que bolas tristes")Recién se me cruzó una rata marrón y kilométrica, que terminó debajo de un kiosco de revistas.
Me cagué en las patas! (creo que antes de esconderse me miró con cara de "que bolas tristes")

martes, 14 de agosto de 2012

Kryptonita (y las vueltas de la vida)


¿Podría un superhéroe crecer en el gran Buenos Aires? ¿Y cómo sería de grande este paladín de la justicia?
Ambas preguntas tienen respuesta en las letras que componen Kryptonita de Leonardo Oyola.  

Obitó es una palabra, un verbo, que jamás se pronuncia en una clínica privada. Porque donde hay dinero de por medio es otro el procedimiento. Porque si se paga es para recibir algo diferente. Algo mejor. En teoría. La práctica igual avala. Pero podrían recibir algo mejor. El consuelo de tontos es que peor están los que no tienen obra social. Y esa es una verdad irrefutable.

La vida no se construye a partir de la suerte, eso es algo que tenemos (o deberíamos tener) en claro. Pero si existe la suerte al empezar, al arrancar, al debutar en la vida. No es lo mismo nacer en una familia multimillonaria, en una clase media de capital o en el medio de una villa del gran Buenos Aires.
En otro tono, y en otra distancia, algo de esto tiene la película “Megamente” donde dos alienígenas caen en la tierra con suertes dispares. A partir de la educación que reciben, de las facilidades o complicaciones, uno termina siendo el salvador y el otro el villano (o no tan así).

El libro nos lleva al Hospital Paroissien (de Isidro Casanova), donde el médico protagonista vive su guardia a puro delirio onírico. Un mundo esfumado en que las horas de la madrugada se convierten en terreno fértil para la violencia, el silencio, las tristezas sin esperanzas y el mismísimo diablo (que siempre anda buscando comprarse un alma).
Allí, herido de muerte, llega Nafta Súper el líder de una banda criminal de la zona, acompañado por sus secuaces.

Leonardo Oyola va trazando las líneas de cada historia, nos muestra quiénes son estos delincuentes, cómo se conocieron y qué significa para ellos “su familia”. Mientras los lectores-espectadores esperamos la llegada del comando policial (que viene a terminar con estos bandidos), vamos reconociendo ciertos personajes de historietas que ahora parecerían estar del otro lado, de la otra vereda... Pero las páginas que transitamos nos hacen dudar la existencia de una tan marcada línea divisoria.

Hay un capítulo donde hablan de Carozo y Narizota. Un capitulo donde cuentan como Carozo iba siempre a la casa de los chicos que cumplían años, y que sólo bastaba con escribirle una carta para invitarlo. Claro que Carozo no llegaba a “todos” los lugares, porque en ciertos sitios apenas unos pocos (sacando a quienes viven ahí) se animan a entrar. Distancias, diferencias que acrecientan el vacío, el olvido y la necesidad de tomar lo que les es negado por fuerza propia.

Kryptonita no justifica, sino que explica como la sociedad construye sus propios monstruos. Como dependiendo de dónde caes, en qué lugar creces y armas tu historia, esa misma fuerza, esa misma naturaleza puede convertirte en superhéroe o supervillano. Y que siempre existe un otro, una composición de intereses, que se encarga de mantener al mundo desequilibrado.

Pero los deseos de la infancia, aquellos miedos, esa esencia que te moldea, no cambia. En cada paso uno puede optar por el camino a seguir, el problema es que no todos tenemos las mismas armas, los mismos superpoderes.

viernes, 10 de agosto de 2012

Frases colgadas del tender #3

Los días de sol uno puede sacarlas al balcón. Los días de lluvia mejor encontrarle un lugarcito en el living. Pero cuando hace frío les conviene abrigar al tender, abrazar las frases y decirles cosas lindas al oído. Miren que si no las tratan bien con el primer viento que sople, salen volando y terminan en la ventana del vecino... Cuando otros las ven, las frases colgadas del tender nunca son aquello que uno escribió. Ellas tienen vida propia y les da por reinventarse para el lado que tienen ganas. Así que disfruten de una nueva edición:

- El miedo no entiende de razones, toma prisioneros a los cuerpos y clausura las salidas de la cabeza. No hay que angustiarse o enojarse, eso sólo lo agiganta. El miedo no es la persona, es simplemente una parte, un algo más.


-No soy un producto del marketing, soy un producto de la humanidad.


- La pasión te moviliza el cuerpo, mientras no te enrede la cabeza. Cuando inunda tu persona, es hora de tallar esa piedra y convertirla en rueda.


- Si las máquinas se tildan, como no vamos hacerlo nosotros.


- Respetándome, duermo más tranquilo.


- Si uno tiene tantas trampas que lo envuelven, tantos fantasmas que le dan vuelta, imagínate el resto… Somos seres extraños que consumimos lo que nos dicen, el chamuyo es la estrategia de venta. Pero la honestidad tiene un éxito más suave, más cálido, más lindo.

martes, 7 de agosto de 2012

Te muerde los talones

Te despertás con sueño como cualquier otro día y caminás hasta el baño para la descarga matinal. La oscuridad apenas se quiebra por restos de luz que llegan de la cocina...

“Habrá quedado toda la noche encendida.”
“¿Cuánto llegará a fin de mes en la boleta?”
“Mirá si explotaba la lámpara en mitad de la noche, la chispa caía sobre el mantel sucio (dejado para lavar), se prendía fuego e incendiaba toda la casa.”
“¿Cómo pude poner en riesgo así a mi familia?”
La maquinaria se destraba y la rueda empieza a girar. Una sombra crece con las últimas gotas que caen en el inodoro, al tiempo que apuras por tirar la cadena y lavarte las manos. El cuerpo se entumece, el frío te hace transpirar. La sombra vuelve a pasar por detrás tuyo al ritmo de la música de Tiburón. Girás, pero no ves nada. Todavía te falta mojarte la cara y cepillarte los dientes. Ponés las manos debajo de la canilla abierta, las llenás de agua y cuando vas a dejar las barbas en remojo, la sombra vuelve a pasar por tu espalda. Estás petrificado sin saber para dónde moverte y lo peor es que se hace tarde para irte a trabajar.
El Pensamiento Mierda arranca temprano, junto con vos, y te muerde los talones a cada paso. El Pensamiento Mierda es el depredador, la víbora que se arrastra y quiere aferrarse, inyectarte el veneno y vivir por siempre al lado tuyo. El Pensamiento Mierda te acecha de cerca, en esos momentos que más vulnerable estás y te noquea en la primera trastabillada.
¿Cómo parar una avalancha que nace de uno mismo? Cada palabra que se proyecta detrás de tus ojos puede ser salvación o hundimiento, entonces dudas hasta cuándo seguir. Digo o no digo, pienso o no pienso, intento controlar o dejo que pase lo que pase… Difícil no querer tener las riendas apretadas y que el caballo mantenga el trotecito. Parecería que es mejor tener las orejeras puestas y no apartarse del camino. Pero no ver lo que hay de costado puede llevarte a la ceguera y el continuo devenir.
Existen libros de autoayuda, frases reveladoras o películas que se identifican con nosotros. También la terapia puede mostrarnos alternativas y ayudar a encontrarnos (parecido al juego en que nos ocultamos detrás de nuestras propias manos y preguntamos: ¿dónde estoy?). Cada uno de estos pasos sirve en cuanto sigamos la propuesta, investiguemos qué nos pasa y por qué nos pasa. Busquemos alternativas, soluciones, con el simple sistema de la prueba y el error.
No hace falta morir envenenado. Tampoco dejar los talones a merced de las víboras. Ni construir escenarios fatalistas dentro de nuestras cabezas. A veces sólo resta con hacer silencio, levantar la cabeza y mirar hacia el costado… Cuánto más luz tengas a tu alrededor, más fácil evitar patear un mueble con el dedo chiquito.

viernes, 3 de agosto de 2012

La ausencia del héroe


Hace unos días, en una distancia muy corta entre una y otra, se estrenaron películas de Batman y el Hombre Araña. Para el murciélago se trata del final de una trilogía, pero para el arácnido es el comienzo de una nueva zaga.
Más allá de estos datos de color, me puse a pensar qué cosas tienen en común estos dos superhéroes. Tanto el de DC como el de Marvel son mis personajes preferidos, ambos tienen un encanto diferente al resto. Bruce Wayne es el único sin súper poderes, con una psiquis tan complicada como violenta. Por otro lado, Peter Parker es un adolescente que debe lidiar con su escasa economía y su baja popularidad en el colegio.
Pero hay algo más que los diferencia, al mismo tiempo que los une. Un hecho que supura en su ser, que construye aquello que son, que los lleva al borde de esa locura llamada justicia a riesgo de la propia vida.
Tanto Batman como el Hombre Araña han perdido a sus progenitores de pequeños, quedan al cuidado de otros y crecen bajo la sombra de lo que sus padres fueron (la figura paterna siempre es fuerte y con una moral intachable). Para Peter la ausencia es doble cuando su tío es asesinado por un delincuente que él deja escapar.
Esa falta, ese despojo que tienen desde chicos, los hace ver las cosas de una forma más oscura. El multimillonario que debe vagar intentando encontrar algo que le de sentido, o el joven que camina por los pasillos de la preparatoria sin otra amistad que una cámara de fotos. Los dos están solos, los dos viven sin estar aferrados a nadie y con la bronca de sentirse abandonados… Lo forzado de este abandono, más allá de los poderes que consigan, es el motor que los convierte en héroes.
La pregunta entonces es: ¿cuánto de ese vacío les permite dedicar la vida entera por los demás?
Primero los mueve la venganza, las ganas de quedar mano a mano con el universo. Si bien sacarse esa espina es lindo (todos gozamos al tomarnos revancha, más allá de lo que digan “las buenas costumbres”), terminan desorientados y esto se contrapone con el exceso de fuerza que les queda vibrando. Entonces se debe seguir, se tiene que equilibrar la desventaja de los indefensos, de los que vale la pena cuidar.
El corazón late fuerte, se engrandece en las difíciles y propone entregar el cuerpo entero en contra de los delincuentes (en cada una de sus ramas). Nuestros superhéroes necesitan mantener ese vacío. Atarse a otro significa vivir con el miedo de perder, de volver a perder. Tampoco quieren condicionar el amor, acostumbrarlo a no saber qué pasará con ellos cada día o cada noche.
Batman y el hombre araña se enamoran y tratan de hacer funcionar lo maravilloso que tienen. Pero en la profundidad de su ser saben que, en algún momento, deberán soltar y dejar ir… La ausencia hace al héroe.

jueves, 2 de agosto de 2012

Petit Reportage #4


Mariana Eva Pérez es una dramaturga y escritora argentina que avanza con buen pie sobre el terreno del arte… Así podría comenzar una nota en una revista de interés general, y si bien es cierto (a mí me gusta mucho como escribe) también podría presentarla como la mujer de uno de mis más viejos amigos. Por lo tanto, ambas cosas son verdad.
Esta cuarta Petit Reportage tuvo el condimento de la tecnología. Webcam de por medio entre Alemania (ella está trabajando en la Universidad de Konstanz en un
proyecto de investigación, donde también hace un doctorado en letras) y Argentina (ese soy yo, pero no tengo nada nuevo que contar), nos emprendimos en un tobogán de preguntas y respuestas que trajo consigo el pequeño universo que les muestro a continuación.


Nota: Para conocer más de Mariana Eva Pérez compren su libro "Diario de una Princesa Montonera" publicado por Capital Intelectual.

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Nací en 1977. Imagine el lector la parte de la desaparición forzada de mis viejos y mi hermano, es larga, aburrida y triste. Milité en derechos humanos, me gradué en ciencia política en la UBA, me casé y vivo en Alemania donde hago mi doctorado en letras.
1-      ¿Qué te gustaba hacer de chico/a? ¿Cuáles de esas cosas todavía hacés?
Me gustaba leer y sigue siendo mi actividad favorita. Me gustaba escribir y mi sueño era ser escritora; ahora escribo varias horas por días e identifico el dolor en el omóplato derecho con la felicidad. Me gustaba andar en bicicleta y nadar, ahora me sigue gustando pero me da fiaca. Me gustaba hacer la vertical y la medialuna, y me enorgullece ser capaz de hacer la vertical cuando voy a alguna clase de yoga. Me gustaba cantar y quería tener una banda pop, alguna vez escribí una canción y traté de sumar amiguitas al casting. De esto último no quedó nada y cuando mis amigos cantan o improvisan, yo me quedo bailando para disimular que cantar me da vergüenza.
2-      ¿Cómo son tus peores miedos? (ideas, formas, sensaciones, etc.)
Mi peor miedo es a los ladrones que ya están adentro y que me van a matar. Es así, fue así desde chica. No es que van a venir los ladrones, sino que ya están adentro de mi casa. También me da una repulsión muy grande e inexplicable la pulsera de eslabones con una chapita en la muñeca de un hombre. Creo que es algo relacionado con el secuestro, aunque no tengo forma de saberlo porque no me acuerdo nada. El otro miedo también creo que tiene que ver con el secuestro, que fue en mi casa. Hace mucho que busco palabras para hablar de estos miedos, para mi libro no las encontré.
3-      ¿Qué sueño si o si tiene que salir de la cajonera?
Soy más de los objetivos que de los sueños. Sueño podría ser el de cantar o, aún más distante, tocar percusión, pero como no puedo hacer nada de eso en este momento porque no tengo tiempo, siento que no me sirve tener esas cosas en la categoría “sueño”. No uso la categoría “sueño”, eso es.