miércoles, 27 de febrero de 2013

Un payaso de ciudad: Vacaciones en familia


El fin de semana anterior a irme de viaje me junté con mis amigos a tomar algo y festejar uno de los tantos cumpleaños. Entre pizza y pizza, en el fervor de la charla, miró a quien estaba al lado mío y le hago la clásica pregunta de enero.
-          ¿Y vos, ya te fuiste de vacaciones?
A lo que me responde.
-          ¿Vacaciones? Cuando tenés hijos eso no existe…
Tal afirmación, tal contundencia en la respuesta, me disparó el siguiente artículo, reflexión, pensamiento, tira de asado o como quieran llamarlo. Eso sí, como ya me iba, decidí dejarlo para la vuelta y de paso ver cómo acontecían mis días de descanso. Aquí estamos…
No les voy a dar vueltas, no les voy a vender un interrogante para llegar al final. Algunos me conocen y, más o menos, saben la postura que tengo con respecto al mundo parental. Así que desafiando a aquellos que dicen lo contrario, yo Pablo Sebastián Burecovics (sí, Pablo es mi primer nombre que le vamos a hacer) digo que las vacaciones con hijos EXISTEN. Son un caos, seguro. Te dejan más cansado que el año laboral, probablemente. Te gustaría devolverlos en una encomienda de Fedex pero habría que ver cuánto sale, es una posibilidad. Quisieras tener el cono del silencio, sin duda. Igualmente ¡EXISTEN!
Lo importante, como en casi todas las instancias de la vida, es saber utilizar los recursos. Ver las distintas alternativas y moverse como una gacela que intenta eludir a los hambrientos leones (puede ser que está imagen sea un poco fuerte, pero a diferencia de nuestros hijos los felinos si llegan a cansarse). Kids clubs, colonias, actividades recreativas, son algunos lugares ideados para que los padres puedan hacer siesta. El marketing se ha dado cuenta que un papá al que se le permite dormir durante el día, es una persona feliz y por ende más propicio a premiar a los niños con helado, hamburguesas y fichines.
Lápices de colores y hojas blancas tampoco fallan. Ningún chico se resiste a dibujar, es como que necesitan llenar ese espacio vació. Liberar las mentes de formas y colores, disminuir por un rato esas ganas de perseguir el viento, de buscar las mejores formas de caerse y/o golpearse, para sentarse unos minutos sin que el resorte se active.
También los dispositivos móviles (¡cuánto término para nombrar un aparato!) son de mucha ayuda. Una peli, un jueguito, un video del señor oriental cantando la nueva moda del verano, pueden producir el mismo efecto de atornillarlos a las sillas y reposeras. Aunque en este caso no se recomienda la sobre exposición. Es como cuando uno toma mucho sol y queda medio turulato. El periodo prolongado a estas pantallas hace que olviden algunas palabras, y después le tenés que repetir quince veces las cosas para que puedan articular una respuesta.
Dejemos de lado los recursos escapatorios y afrontemos los hechos. No trabajar implica tener el día libre. Tener el día libre implica estar con tu mujer y tus hijos (por eso se llaman vacaciones familiares). Estar con tu mujer y tus hijos implica hacer también lo que a ellos les gusta. Hacer también lo que a ellos les gusta (aguanten que falta poco) implica negociar situaciones. Y esto es como sentarse con la junta directiva de una empresa, donde están los diferentes accionistas, e intentar llegar a un acuerdo sin que nadie se sienta traicionado o molesto. Porque, seamos sinceros, los berrinches no son exclusividad de los infantes. La única diferencia es que ellos lloran más fuerte.
Llevarlos a comprar helado y no comprar para vos, sabiendo que terminarás cual aspiradora devorando lo que quede en el camino. Perseguirlos para almorzar mientras cualquier otra actividad los invita a resistirse, así sea contar cuántas hormigas caminan por el árbol. Tener el ringtone “comprame, comprame, comprame” clavado en la nuca. Guiarlos al baño cada vez que estás por leer un libro. O buscar convencerlos con que se vayan a dormir temprano, para llegar a la medianoche y perder abruptamente las ilusiones.
Sabemos que no es fácil.
Ahora… Y si les digo risas. Aprendizajes. Verlos despertar, buscarte, encontrarte. Mirarlos jugar. Inventar canciones. Sacar fotos. Preguntarles: ¿cómo la están pasando? miles de veces. Sentir que crecen, que están felices, cuidados. Conocer a los nuevos amigos. Abrazarlos a la mañana, mediodía, tarde y noche. Dejarlos preguntar y comenzar charlas antológicas. Escuchar frases para el recuerdo. Caminar de la mano. Correr con la lengua afuera. Un gracias. Un beso. Un brindis por las vacaciones.
Esto no es Hollywood, no van a encontrar finales felices donde todos vuelven con una casa rodante hecha bolsa, pero descubriendo como ser mejores padres, mejores hijos, mejores personas. No. El regreso se hace tedioso, con ganas de seguir descansando y casi con la misma cantidad de sueño.
La diferencia está en que tuviste quince días para estar con ellos. Sin teléfono de por medio, pensar qué estarán haciendo o contar las horas para volver a casa y poder verlos. Porque, no quiero romperles la ilusión del mundo idílico, si trabajamos durante once meses (y más) es para rescatar un par de semanas en que el universo queda stand by.
Díganme que los vuelven locos, que no saben cómo manejarlos, que les tienen más miedos a los chicos sueltos que a la crisis de los misiles. Pero no se olviden que a partir de los 16, gracias si aceptan pasar el fin de semana con ustedes. Así que aprovechen y no se quejen que para eso siempre hay tiempo.

viernes, 22 de febrero de 2013

La Concesionaria

Bure en "La Concesionaria" junto a Rolete, Asfalto y La Chancha.

Un comienzo alentador de un hermoso sketch que me tocó hacer...


jueves, 21 de febrero de 2013

Te voy a escribir un cuento en Hebraica - parte 2

Nuevo Taller de Escritura Creativa para Chicos. Nuevamente en Hebraica y esta vez para celebrar la Fiesta de Purim.
Sábado 23/2 - 16 horas - Sector de Carpa de Arte.

Vengan a escribir su parte de la historia!



Caperucha Roka

Y sigo con ganas de dibujar...
Una versión propia de la Caperucita de los Hermanos Grimm.